La pantalla refleja su dulce rostro
que permanece mutis
que permanece mutis
frente afuera de su irrealidad,
en donde se concreta la extraña ilusión
de tener bajo el brazo todo.
En un mundo atravesado por coloridos haces,
los personajes ostentan su aire de celebridad,
menos Amanda quien paga el costo
de no ser amada como un suave suspiro.
Aquellos personajes son malogrados capaces
de ser fríos y crueles con Amanda,
tratada como una joven nefasta
de pura fama e ilusión incurable.
Mientras el brillo se pierde en la fanfarronería,
Amanda apoya su delicado pómulo
sobre el gris visor enredada
en un anhelo incomparable
al lujo anodino.
Las noches en que la televisión es encendida,
puntos fosforescentes recubren su mirada,
imprecisa y delicada a la vez,
que contempla un utópico destino
de amor y caricias.
Miradas espectadoras culpables de sentirse vivas
y abrazadas por la brisa nocturna,
donde el susurro al viento
es una apacible aposento.
No hay perspectivas en su universo,
ya que sólo es una alejada superficie,
por la que deambula
silenciosamente, a contramano de la gente
carente de compasión.
Cuando las luces dicen hasta luego,
Amanda pierde su apagado color
para volverse nuevamente mustia
y es barrida por la cruda señal
amen de abatirla aún más.
Pero Amanda se libra de ella,
vuela como una joven gaviota
libre del apesadumbrado dolor
para recostar su afligida angustia
sobre la máscara de sombras
y soñar despierta
con sus ojos celestes mirando a la nada
para salir de ese soso mundo
y ser realmente amada.
12/02/2009
en donde se concreta la extraña ilusión
de tener bajo el brazo todo.
En un mundo atravesado por coloridos haces,
los personajes ostentan su aire de celebridad,
menos Amanda quien paga el costo
de no ser amada como un suave suspiro.
Aquellos personajes son malogrados capaces
de ser fríos y crueles con Amanda,
tratada como una joven nefasta
de pura fama e ilusión incurable.
Mientras el brillo se pierde en la fanfarronería,
Amanda apoya su delicado pómulo
sobre el gris visor enredada
en un anhelo incomparable
al lujo anodino.
Las noches en que la televisión es encendida,
puntos fosforescentes recubren su mirada,
imprecisa y delicada a la vez,
que contempla un utópico destino
de amor y caricias.
Miradas espectadoras culpables de sentirse vivas
y abrazadas por la brisa nocturna,
donde el susurro al viento
es una apacible aposento.
No hay perspectivas en su universo,
ya que sólo es una alejada superficie,
por la que deambula
silenciosamente, a contramano de la gente
carente de compasión.
Cuando las luces dicen hasta luego,
Amanda pierde su apagado color
para volverse nuevamente mustia
y es barrida por la cruda señal
amen de abatirla aún más.
Pero Amanda se libra de ella,
vuela como una joven gaviota
libre del apesadumbrado dolor
para recostar su afligida angustia
sobre la máscara de sombras
y soñar despierta
con sus ojos celestes mirando a la nada
para salir de ese soso mundo
y ser realmente amada.
12/02/2009
C'est la Vie!
El ChejoViano
El ChejoViano
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