sin tratar de resquebrajar una lágrima
la naturaleza de su soltería
que inunda en sus manos
y que ensombrece su lozanía.
Es lejana esa conquista como cima
en donde rara vez no se es imposible ceder
ante una mirada y una sonrisa,
proyección que se concreta
sin un mero descanso.
Después de esa aventura,
un sueño lúcido encandila los ojos.
Un indescifrable impedimento
lo trastabilla cada vez que su mejilla
roza con esa alma que respira ilusión
y la hace ascender a esa tan preciada meta
que ansia mucho tiempo
sin caer en la locura,
pero sí en bajar su cabeza.
Su corazón presiente un debut no soso
destinado a una emocionante pasión,
aunque siempre se interroga
los “pero” de cada momento de su vida
porque cada vez que algo alegre acaece,
un tétrico brote lo hace tropezar
y cae dentro de un infortunado estero.
Cree que nadie lo destrona
por la falta de su optimismo.
Es consiente de su destreza
en practicar una ilusión que no conspira
su débil integridad de poder amar.
Todos los días sus labios mecen
afín de ser acariciados y perdidos
en una zona desconcertante.
Sus ojos miran la nada
como una verdadera ceguera.
Su corazón suspira en el sismo.
Antes de partir hacia aquella contingencia
evitará ser rotulada de amante,
ya que teme ser castigado por semejante atisbo.
El único equipo de supervivencia
que lleva está inmerso en su corazón,
y es el candente amor.
Escala y supera ese frío
que pronto se convierte en una brisa
llevando en el aire el nombre de su promesa.
Más allá del fuego que abrasa su corazón,
su piel tirita, pero cuando piensa en ella,
los escalofríos se hacen trizas.
La cumbre como un personal estilo
le ha parecido lejano,
como una carretera embebida de neblina densa.
De hecho, eso es lo ve.
Hace un esfuerzo y piensa en la idea
de verla y abrazarla.
Sus manos llegan la cúspide
y en los alrededores todo es manso,
hasta su cansancio se desvanece.
La ve y se abrevia esa quimera
en esa tan esperado encuentro.
Bienaventurado sea
aquel que se entregue a los brazos.
C'est la Vie!
El ChejoViano
El ChejoViano