viernes, 11 de noviembre de 2022

Invierno en el Este o Contención o Un Día en la Vida o Título/Contenido #9


Las cuatro cucharadas de azúca
r
no bastan para endulzar
a la solitaria joven.
El caso: Jennifer.
Balbucea o apenas lo hace
para sólo decir que está amargo.
Otrora, el café como acompañante.
Ahora, la ha abandonado a la suerte.
Otra vez.


Se levanta de la mesa circular
de la cocina.
Lleva la taza color crema al lavabo
y tira el contenido.
Los alrededores del lavabo
se ensucian nuevamente.
Otro desperdicio de cena.
Ella suprimió el desayuno
y el almuerzo.
Siempre lo mismo” se jacta para sí.
Más de lo mismo, diría un crítico pesimista.
Pero es la verdad y duele decirlo.

Veintidós años, una temprana edad
para vestirse de luto.
Cabello azabache,
tez pálida y ojos color almendra.
El destino la moldeó así.
El invierno, su capa.
Demasiada hermosa para autodestruirse.
¿Hay un motivo para semejante desdicha?
¿Por qué debe existir?
¿Quién tuvo la nefasta osadía
de crearla para tumbar a esta joven?

Desde aquella interrupción sentimental,
Jennifer pasó a llamarse cosa,
objeto innecesario.
Maldita infidelidad.

La taza, adentro del lavabo.
Marcan las 21:15.
Sobrio pijama.
El mismo atuendo que usó en todo el día.

Apaga el tubo fluorescente de la pieza.
Luego, de modo vago, se agacha y cae
sobre la alfombra parda del comedor.
Mira la luz de la lámpara.
Parpadea tres veces y agacha su mirada.
De pronto, algo raro.
Algo mueve su corazón.
Abre sus ojos y levanta su cara.
Necesita respirar.
Se incorpora del piso y se dirige a su habitación.

Llega y se detiene en el marco de la puerta.
Aún perduran los recuerdos.
Los amorcillos lagrimean.
Recuerdos borrosos.

Toma coraje y entra al cuarto.
Se despoja de su eterno pijama.
Se viste apropiadamente.
Se dirige al baño y se maquilla.
Bienvenida Jennifer.

Deja sólo la luz prendida del comedor
y del porche.
Ojala que alguien me visite”, murmura.
Abandona su lúgubre cueva y se dirige a la plaza.
Los faroles alumbran los espacios vacíos.

La joven se dirige en el centro de la plaza y espera.
Luego, un recuerdo de él.
Persisten los cortos besos y las caricias
sobre sus mejillas.
Susurros…
Cruza sus brazos para abrigarse.
Tristeza.

Suspira.
Ojos vidriosos.
Cabizbaja.
Un nudo en la garganta.
Se muerde los labios.
No los puede reprimir.
Primeras lágrimas.

De pronto, siente pasos que avanzan hacia ella.
Qué importa el ahora.
¿Y su destino?
Esos pasos se detienen.
Aquella figura la abraza.
No huye.
Se tranquiliza.
Se disipa su angustia.
La joven descansa y encuentra la paz.
Vuelve a sonreír.
Sonríe.

01/08/2011

C'est la Vie!
El ChejoViano

Facultad o Samuel o Todos los Perros… o Título/Contenido #8


Ahora se da cuenta cómo es.
Esa fatídica realidad de la que nunca
quiso verla o intimarla.
Domingo a la mañana asalta
a un mediocre sujeto.
Un domingo gris. Triste.

La enfermedad de su perro se agrava.
Echado a la suerte, no se mueve de su alfombra.
Sus ojos lagrimean; su hocico, seco;
su cola, sin signo de vida
No desea salir al jardín.

Otrora, ese canino tenía LA facultad.
Salía disparado al jardín y jugaba con su dueño.
No importaba si había sol o lluvia.
El jardín, feliz.
En momentos así, uno no piensa
en que un día ese cuadro se va a desdibujar.
Maldita enfermedad.

Rechazo a la comida y a su facultad.
Días, tardes y noches se volvieron igual:
acostado y mirando detrás de la ventana
como si estuviese hipnotizado por el tedio.
Luego, el malestar.

Decaimiento y convulsiones.
Su amigo intenta reanimarlo.
De nada sirve el RCP.
Los llantos del perro achacan su corazón.
Muerde sus labios e intenta reprimir el llanto.
Es inútil.
Los gemidos duelen.

El dueño sale al jardín y se agarra la cabeza.
Sus dos manos tratan de controlarla.
Es una triste tragedia.
Hay que tomar una decisión… correcta.
Hay que terminar con su sufrimiento.

Llama al veterinario.
No hay cura.
Viene cerca del mediodía.
Garúa.
El examen conduce a su fatal destino.
Por sus venas corre el veneno.
Lo toma de su pata en son de consuelo.
Lentamente, su pesar se adormece.
Cabizbajo.

Pasa a la eternidad.
Lágrimas silenciosas.
Va a pasar un largo tiempo
para hallar una nueva felicidad.
El jardín, descuidado.

07/06/2011

C'est la Vie!
El ChejoViano

Estado de Beligerancia o Grrrrl o Tierra de Nadie o Título/Contenido #7


No posee arrepentimiento alguno
para desenfundar su rifle y arremeter
contra los detestables enemigos de su mundo
que la transformaron en un corroído juguete
hecho para ser idiotizado hasta su muerte.

Fue librada a la fatalidad de la arrogancia
de esa gente que no le importó su sensibilidad.
Fue desechada por no entender
la locura de la tolerancia
de dañar la descorazonada debilidad.

No compartió los “sagrados” valores
dictados por la nefasta sociedad
a la que se había unido originalmente
por glorificar la mutua amistad.
Pronto la misma mutó los alegres corazones
y sus templadas mentes
para abrazar la crueldad.

Pidió recapacitación hacia sus seres,
pero su clemencia fue escupida
y pronto se dio cuenta de la alienación sorpresiva
que atestaba en sus cruentas miradas.
Ellos la consideraban un monstruo
y debía ser expulsada a la suerte.
La diferencia no se hizo esperar
y fue desterrada para siempre,
cargando la humillación y el maltrato.

Las risas de los malvivientes se enlutaron
tras un constante silbido del más allá.
Una encandilada explosión lustró
la tierra de armonía liviana,
por lo que la fraternidad
llevó a cabo una oscura cumbre
para lidiar contra ese previsto enemigo.

Ella, apostada contra las sufridas bolsas de arena
para amortiguar los estallidos.
A la vez que la tierra se sacude,
no cierra sus pestañas para no despertar
el dolor interno.
Los globos aerostáticos no demuestran
su elegante destino,
ya que arrojan sus mortíferas penas
sobre la combatiente, quien se luce
al esquivar con destreza tal odisea.

Pocas defensas acrecientan el suspenso
y sólo batalla blindada con su bravura.
Del otro lado, insisten en acabar
con la reciente extraña, pero afrontan
una atemorizante realidad:
la inteligencia es superior a la ignorancia.

El ambiente se aclara y cesa el rapaz fuego.
La sociedad respira una cabizbaja cordura.
De repente las barricadas se rompen
y ella escucha una leve explosión.

La luz no ciega y contempla con emoción
una bandera blanca que cubre el cielo,
la que proyecta una clara rendición.
Pero más que eso, es el entierro
de las marcadas diferencias
y el triunfo de la inspirante normalidad.

06/08/2009

C'est la Vie!
El ChejoViano

Novatos o Un Simple Prólogo o Mariposas o Título/Contenido #6


Si existiese un manual
que precisara los pasos engalanados
a seguir para mantener de modo correcto
una línea perfecta de un amor novato,
tal vez se caería en la trivialidad.

En un tiempo lejano, hubo un autor predispuesto
que plasmó su inocente torpeza idílica
en juglares burlescos
para anclar una sonrisa.

Los escollos pecaban por ser recalcitrantes,
además de ser fructíferos debido al aire inhábil
que suspiraba esa alma en cada esquina.
Pronto, ese vaho se contagió irremediablemente
por toda la atmósfera, con lo que arrojó
una tímida inexperiencia que bañó a los amantes.

Esa trova tibia y pueril
nunca se esfumó y siguió perenne
como un matinal eterno rocío.
Hasta hoy, se respira ese efluvio
y desordena de modo dulce el corazón.

Sus adormecidas miradas se refuerzan
extrañamente entre sí al sentir
ese lúgubre y poético perfume,
que los empuja a conocerse.
Luego de los brillos en los ojos,
sus cuellos sienten los suspiros
de la curiosa desmaña.

Ese antiguo poeta ha sucumbido
en un abrazo oscuro y espurio,
pero del que no tuvo arrepentimiento alguno.
Sus loas se redactaron en sus palmas
y se alojaron como miel en su cabeza.

Nadie sabe cómo alimentar esa extrañeza
y esa realidad que se asume
tal como es, sin filtro alguno.
Sólo responden a las citas, otros,
a los abrazos, y otros, a los besos.
A veces, en conjunto,
pero de todos modos, una relativa calma
reina en sus gargantas.

Se les erizan sus sombras
cuando sienten su lánguida presencia,
las palabras no afloran,
pero esa apacible ingenuidad,
por la que muchos la escupen,
se convierte en una osada valentía
hacia una emocionante novedad,
la de sentirse amado por primera vez.

La latente pasión trastoca la decencia,
y ese sabor primerizo del afecto
anula las miradas suspicaces
que se alimentan de absurda bulla.
Los primeros besos crispan sus lágrimas
y sus corazones no disienten
en sonreír ante la turbación que desusa
la histórica soledad de los amantes.

Es hora de saber de esa ruta
pavimentada de tieso suspenso,
pero, al mismo tiempo, de depurados encuentros
que no abundan en desastres
y en agrias lástimas
debido a su jovial impericia
de sentirse vivos.

09/06/2009

C'est la Vie!
El ChejoViano