de papeleo y llamadas a cada rato
en su rústico cubículo, llega a su hogar.
Ni bien cierra la puerta de su casa,
en la oscuridad del comedor, él está.
Y la grata sorpresa no es sino una sombra
desprovista de rostro y cuerpo.
Es un don nadie cualquiera sentado allá
sobre el cómodo sillón de cuero.
Y ese ente se abalanza hacia ella.
Tan sólo una contención sobrevuela
en aquel oscuro espacio.
Un abrazo. Se aguanta la emoción.
Nada más.
29/11/2017
C'est la Vie!
El ChejoViano
El ChejoViano
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